John Lennon decía que la vida es algo que te pasa mientras haces otras cosas. Y qué razón, oiga. Incluso me siento en la capacidad de ser un vicario de mi generación al decir que somos exactamente eso, gente esperando. Gente que hace planes, que dibuja en un folio como quiere su casa futura, que juega a Los Sims para rellenar las carencias que la vida le da, que toma el autobús con el pensamiento de llegar al destino lo mas rápidamente posible para hacer a toda velocidad lo que se suponga que debe hacer allí.
Y, de vez en cuando, nos vamos de vacaciones.
Cojamos el vuelo pronto, para llegar a una buena hora y poder ver muchas cosas. O salgamos en coche a las 5 de la mañana a Benidorm, si nuestra economía no permite nada mas. Compremos, compremos un montón de cosas para llevarnos a nuestro montón de objetos, para calmar a nuestro Smaug interior. Y fotos, de todo y de todos, para poder recordar esta carrera cuando nuestro trabajo nos dé cinco minutos de descanso para sentarnos y mirar un álbum.
Me estoy cansando de ser un hipócrita, aunque tengo que reconocer que era (y a veces es) muy divertido. Quiero olvidarme de la afectación, del fingido interés que tengo por mantener relaciones con el 90% de la gente. Hay muy poquitas cosas (y personas) que ahora mismo me interesan, pero sinceramente, ni el tiempo ni el dinero me las pueden quitar.
Estoy aburrido, y cualquier día me veis maleta en mano fuera de aquí. Y si no, al tiempo, pero me apetece empezar de cero.
Tuesday, July 12, 2011
Monday, July 4, 2011
Mas que un pacto social
Una cosa imposible y preciosa
por mucho que quiera
apenas un minuto de duración te basta para ser feliz
tan solo un minuto de cosas imposibles
sentir en tu piel los roces de la sociedad
eso te basta, pero no llena tu vacío
no hay cortesía, ni educación
meramente pactos sociales interpersonales
sin amor, sin roce, todo es posible
o casi todo si no se es capaz de ver el horizonte,
si miras tanto lo que pasa a tu alrededor
y ves a los demás sentados viendo el horizonte
mientras que tu te encargas de que sean capaces de hacerlo
que no choquen sus miradas un camino llano
en el que lo únicamente necesario
es unir a las personas
no te sientas orgulloso por ello
ya que si por un momento les quitas su horizonte
y les muestras la realidad
harán lo que sea por seguir viendo el horizonte
sin tener en cuenta lo que hiciste en un pasado
todo eso que les permitió ser felices
soñando por momentos en una realidad perfecta
y todo esto se resume en el amor que tuviste por mantener su pacto social
intentando cuidar el tuyo a la misma vez
haciendo todo lo imposible
sin saber nunca el verdadero significado de
el amor
Friday, July 1, 2011
Veranos de Thamesmead

-¿Y ahora qué?-
El sudor corre por mi frente, y las paredes de cemento hacen parecer mi barrio aún mas horrible de lo que ya es. Veo a los niños jugar al pilla-pilla con las sombras de los árboles, y la que me cobija a mi empieza a huir. No sabría decir si es tarde o pronto, porque llevo tantas horas divagando que he perdido la noción del tiempo.
Y todo por esas zapatillas. Me dijo que las colgó de ahí porque le parecía arte urbano, inquietante y asombroso -ese niño siempre tuvo aspiraciones de poeta- y se volvió descalzo a su casa. Y yo le acompañé, asombrado y maravillado a partes iguales por esa espontaneidad, la esencia misma de su naturaleza, de su ser. Dios mio, recuerdo que aquella noche no dormí. Estuve tumbado junto al lago, tirando piedras a las zapatillas, para recordarles lo incómodo de su nuevo hogar.
-Qué muchacho mas loco- pensé. Y acerté.
También recuerdo esos aires de despistado que trajo cuando se mudó al barrio. Lo primero en lo que me fijé fué en su gorro, de lana y raído. No,no es cierto, lo primero en lo que posé la atención fue en qué estaría pensando cuando se mudó a Thamesmead, el que era y es el barrio mas decadente de Londres. El único autobús que pasa por aquí es el 186, que serpentea por diversos parques en un deplorable estado de abandono y termina su linea en una zona de pubs. En eso fué, si. Después en el gorro. Y un poco mas tarde en lo que había debajo. Se le enganchó en un perchero que llevaba al cuello mientras hablaba con su hermano de The Who. Pelo alborotado, oscuro e indecentemente largo caía en cascada sobre una cara redonda y risueña, pero seria.
Yo estaba apoyado en el murete que hay frente a mi piso. Mi madre daba gritos al ritmo de "like a virgin" y yo me fumaba un cigarrillo viendo pasar las horas y los nuevos vecinos. ¡Sorpresa! Tomó el ascensor que correspondía a mi bloque y se bajó en mi piso. Viviría en la tercera puerta de la izquierda. Sacó las llaves del bolsillo de sus vaqueros y se le cayeron al suelo inmediatamente. Las recogió y se colocó bien las gafas. Abrió la puerta tras una patada, ya que con el calor las puertas de metal se dilatan bastante, y entró en la casa.
Pero no sin antes quitarse las zapatillas.
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